
Los beneficios del kefir: la bebida láctea de moda
Esta bebida fermentada ha ganado mucha popularidad en las redes por su aporte probiótico, su valor nutricional y su capacidad para mejorar la salud digestiva.

Aunque su popularidad alcanzó un pico hace algunos meses, el kéfir ha logrado mantenerse como un aliado constante en la dieta de muchas personas gracias a sus propiedades probióticas y su versatilidad. Este producto lácteo fermentado, originario del Cáucaso, se ha integrado en la vida cotidiana de quienes buscan mejorar su salud digestiva, ofrecer alternativas a la intolerancia a la lactosa y complementar una alimentación equilibrada.
A diferencia del yogur, el kéfir se obtiene mediante un proceso de doble fermentación —láctica y alcohólica— impulsada por una combinación de bacterias y levaduras presentes en los gránulos del hongo del kéfir. Esta particularidad da como resultado una bebida ligeramente ácida, espesa y con una leve presencia de alcohol (alrededor del 0.1%). Su sabor puede parecer fuerte al principio, pero es precisamente esta fermentación lo que potencia sus efectos benéficos sobre el organismo.
Desde el punto de vista nutricional, el kéfir aporta proteínas de alta calidad y minerales como el calcio, el potasio y la vitamina D. Estos elementos son esenciales para el buen funcionamiento del sistema óseo y muscular. Además, al consumir la lactosa durante el proceso de fermentación, se vuelve más tolerable para personas con sensibilidad a este azúcar, aunque siempre debe considerarse la tolerancia individual.
Sus beneficios van más allá de la digestión. El kéfir ayuda a reforzar el sistema inmunológico, colabora en la regeneración de la flora intestinal dañada por enfermedades o tratamientos agresivos como los antibióticos, y puede influir positivamente en condiciones como el colesterol alto, la hipertensión o problemas dérmicos como los eccemas. También se le atribuyen propiedades antifúngicas y antibióticas.
No obstante, su consumo debe ser moderado. Tomar kéfir en exceso puede provocar efectos secundarios como hinchazón abdominal, diarrea o molestias estomacales. Tampoco debe consumirse si presenta alteraciones de olor, sabor o textura. Como todo alimento funcional, su incorporación debe formar parte de una dieta equilibrada y adaptada a cada etapa de la vida.